ECOLOGÍA AMBIENTAL, ECONÓMICA Y SOCIAL
ECOLOGÍA AMBIENTAL,
ECONÓMICA
Y SOCIAL
La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y
el ambiente donde se desarrollan. También exige sentarse a pensar y a discutir
acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la
honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo. No
está de más insistir en que todo está conectado. El tiempo y el espacio no son
independientes entre sí, y ni siquiera los átomos o las partículas subatómicas
se pueden considerar por separado. Así como los distintos componentes del
planeta –físicos, químicos y biológicos– están relacionados entre sí, también las
especies vivas conforman una red que nunca terminamos de reconocer y
comprender. Buena parte de nuestra información genética se comparte con muchos
seres vivos. Por eso, los conocimientos fragmentarios y aislados pueden
convertirse en una forma de ignorancia si se resisten a integrarse en una
visión más amplia de la realidad.
Cuando se habla de « medio ambiente », se indica particularmente una
relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita.
Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros
o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de
ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se
contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía,
de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud
de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e
independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones
integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí
y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra
social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la
solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para
devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidarla
naturaleza.
Debido a la cantidad y variedad de elementos a tener en cuenta, a la
hora de determinar el impacto ambiental de un emprendimiento concreto, se
vuelve indispensable dar a los investigadores un lugar preponderante y
facilitar su interacción, con amplia libertad académica. Esta investigación
constante debería permitir reconocer también cómo las distintas criaturas se
relacionan conformando esas unidades mayores que hoy llamamos « ecosistemas ».
No los tenemos en cuenta sólo para determinar cuál es su uso racional, sino porque
poseen un valor intrínseco independiente de ese uso. Así como cada organismo es
bueno y admirable en sí mismo por ser una criatura de Dios, lo mismo ocurre con
el conjunto armonioso de organismos en un espacio determinado, funcionando como
un sistema.
Aunque no tengamos conciencia de ello, dependemos de ese conjunto
para nuestra propia existencia. Cabe recordar que los ecosistemas intervienen en
el secuestro de anhídrido carbónico, en la purificación del agua, en el control
de enfermedades y plagas, en la formación del suelo, en la descomposición de
residuos y en muchísimos otros servicios que olvidamos o ignoramos. Cuando
advierten esto, muchas personas vuelven a tomar conciencia de que vivimos y
actuamos a partir de una realidad que nos ha sido previamente regalada, que es
anterior a nuestras capacidades Por otra parte, el crecimiento económico tiende
a producir automatismos y a homogeneizar, en orden a simplificar procedimientos
y a reducir costos. Por eso es necesaria una ecología económica, capaz de obligar
a considerar la realidad de manera más amplia. Porque « la protección del medio
ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no
podrá considerarse en forma aislada ».114 Pero al mismo tiempo se vuelve actual
la necesidad imperiosa del humanismo, que de por sí convoca a los distintos saberes,
también al económico, hacia una mirada más integral e integradora. Hoy el
análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los
contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada
persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los
demás y con el ambiente.
Hay una interacción entre los ecosistemas y entre los diversos mundos
de referencia social, y así se muestra una vez más que « el todo es superior a
la parte»
Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una
sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: «
Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales
».En ese sentido, la ecología social es necesariamente institucional, y alcanza
progresivamente las distintas dimensiones que van desde el grupo social
primario, la familia, pasando por la comunidad local y la nación, hasta la vida
internacional.
Dentro de cada uno de los niveles sociales y entre ellos, se
desarrollan las instituciones que regulan las relaciones humanas. Todo lo que
las dañe entraña efectos nocivos, como la perdida de la libertad, la injusticia
y la violencia. Varios países se rigen con un nivel institucional precario, a
costa del sufrimiento de las poblaciones y en beneficio de quienes se lucran
con ese estado de cosas. Tanto en la administración del Estado, como en las
distintas expresiones de la sociedad civil, o en las relaciones de los
habitantes entre sí, se registran con excesiva frecuencia conductas alejadas de
las leyes. Estas pueden ser dictadas en forma correcta, pero suelen quedar como
letra muerta. ¿Puede esperarse entonces que la legislación y las normas
relacionadas con el medio ambiente sean realmente eficaces? Sabemos, por
ejemplo, que países poseedores de una legislación clara para la protección de
bosques siguen siendo testigos mudos de la frecuente violación de estas leyes.
Además, lo que sucede en una región ejerce, directa o indirectamente,
influencias en las demás regiones. Así, por ejemplo, el con sumo de narcóticos
en las sociedades opulentas provoca una constante y creciente demanda de
productos originados en regiones empobrecidas, donde se corrompen conductas, se
destruyen vidas y se termina degradando el ambiente.
Laudato
si’, mi’ Signore
Capítulo
cuarto: I.
Ecología
ambiental, económica y social
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